El Tercer Estado, más que una ignorante voz.

¿Qué es revolución francesa? Trata de un acontecimiento histórico que le dio una nueva organización a Francia, pero que no sólo afectó a esta patria, sino que también a Europa y al mundo entero, siendo un acto de plena libertad ante la monarquía que no tardaría en repetirse en la mayoría de los países que hasta el momento tenían un régimen aristocrático. Por lo que no es un tema que puede quedar exento de la memoria de todos los humanos y por ende de la historia universal. Este hecho específico, entre otros aspectos fundamentales, se originó por la desigualdad que existía en la época, por lo tanto, para este análisis, debemos explorar a fondo los motivos que la originaron. Un aspecto trascendental, se basa en que los reyes de la época contaban con una serie de privilegios que los distinguían de la mayoría de la población. Estas diferencias se traducían en que la sociedad en su mayor parte del tiempo pasaba en hambrunas y desdichas. Este porcentaje pertenecía al Tercer Estado, la mayoría del pueblo francés, que además de tener que soportar la crisis económica que estaba pasando el país, debía pagar los impuestos, de los cuales los otros dos estados más ricos se encontraban exentos. Por lo tanto, podemos hablar de un “pueblo” explotado y manipulado por las clases altas de la sociedad, ¿Por lo que no sería raro pensar que en algún momento se levantarían en contra de sus inconscientes monarcas y su insatisfecha sed de una igualitaria constitución? Pues claro que no, es por eso que expreso con plena seguridad que el analfabetismo no es sinónimo de sumisión y debilidad, sino que lo es la falta de decisión, por lo que no tarda en aparecer en las calles de Francia la frase “Desconfía de la autoridad y piensa por ti mismo”.

“Francia, en la época, era un gran centro cultural y por consecuencia el país más populoso y rico de Europa. Contaba con una excelente industria de tejidos y un floreciente comercio exterior”[1]. Sin embargo, la monarquía francesa se estancó en su desarrollo interno y sufrió una serie de percances en su política internacional, ya que siendo el foco de la ilustración, nunca tuvo a la cabeza de la nación, un monarca ilustrado. Estas características políticas, sumadas al centro filosófico y las corrientes de conocimientos que azotaban al país, dieron como resultado por parte de la masa insatisfecha, la inicialización de una lucha por la igualdad contra los aristócratas. Paralelamente a esto, en Francia, el aumento de impuestos y precios por el pan, desarrollaron en el país una serie de descontentos que Luis XVI no supo manejar, por lo que era de esperarse que en las ciudades hubiera caos, robos y asaltos de casas. Como consecuencia el monarca decidió contratar a un Ministro de Economía, que si bien logró apaciguar un poco a esta firme y desesperada población, no logró callar sus imponentes voces en contra de lo cansados que estaban de que las clases privilegiadas anularan sus decisiones.

Para lograr entender por qué el descontento del Tercer Estado, primero debemos tener claro cuál era el orden de la sociedad francesa en aquella época, ya que esta aun conservaba en sus aspectos fundamentales una organización feudal con su división en tres marcados estamentos, el Clero, la Nobleza y el Tercer Estado, que eran más conocidos como los Estados Generales. “Estos cuerpos políticos, que se componían en tres órdenes, integrados por trescientos miembros cada uno, se reunían para discutir y votar sus asuntos. Este sufragio se desarrollaba como un voto por orden, y además el sistema tradicional permitía a los dos estados privilegiados sumar sus decisiones en contra de cualquier iniciativa del Tercer Estado”[2]. Es por esto, que comenzó un descontento ante la forma de expresión de la ciudadanía, y se desarrolló una Asamblea Nacional que representaba a la nación soberana, en la cual los votos debían ser por cabezas y no por estamentos.

Sin embargo, las fuerzas que se aunaron entorno a la “igualdad, libertad y fraternidad”, no representaban finalmente a aquellos que se encontraban por debajo del régimen establecido, ya que los que guiaron a este gran acto revolucionario no fueron los analfabetos y pobres del país, sino que más bien lo hicieron los adinerados no privilegiados, que en el fondo querían derrocar a la monarquía para poder gobernar. Dado esto, podemos hablar de una revolución inconclusa, guiada por quienes sabían lo que hacían, es decir, un grupo de clase acomodada que sin lograr, en definitiva, la igualdad entre los franceses, carecía de privilegios de encontrar en si misma la libertad, ya que necesitaban contar con los sectores más desposeídos para poder ver realizados sus deseos. Es así, como se puede comprender, que la gente de situación económica más baja no estaba en postura de gobernar, entonces ¿Qué es lo que ganaban con esta revolución, si es que estaban saliendo de una forma de gobierno, para entrar en otro que también serían gobernados? Aparte de una nueva organización y constitución, absolutamente nada en comparación a lo que serían las ganancias otorgadas a los revolucionarios con dinero. Es por eso que la población es mantenida con inconclusas promesas y aterrorizada, ya que se sabía que si el pueblo fue capaz de levantarse una vez, no tendría miedo de hacerlo de nuevo. El ejemplo de mayor magnitud para esta explicación sería la toma de la Bastilla, que no sólo marcó el inicio de este periodo revolucionario, sino que además el acto de desafío del pueblo ante su rey y la simbolización del fin del despotismo, que lo que buscaba era igualdad, dando como consecuencia “La declaración de los derechos del hombre y ciudadano”.

Antes de finalizar quisiera apelar al conocimiento de mis compañeros, ya que todo lo que estudiamos a lo largo de este año podría relacionarse en más de un sentido con lo que son los pilares fundamentales de la revolución francesa. ¿Por qué es que digo esto? Ya que si bien la época de revoluciones vino a ocurrir recién a finales del siglo XVIII, el tema de la revelación de los plebeyos o simplemente de los habitantes desposeídos ante sus monarcas o superiores, es algo que se viene repitiendo desde hace muchos años. Porque ¿Qué habría sido de los romanos sin las leyes de las doce tablas, si es que los plebeyos no hubieran exigido frente a los patricios, o en donde estarían ahora los habitantes o personajes de Fuente Ovejuna si hubieran permitido que Fernán Gómez siguiera con sus mal tratos? Como consecuencia de estos hechos que han marcado a la historia y la han conservado hasta el día de hoy, puedo decir que no importa el año, la década o el siglo, ya que donde quiera que haya una concentración de gente que forme una nación, esta sería nada, si no fuera por el concepto de unidad e identificación colectiva que busca la población, ligado a esto, el sentirse representado por alguien que busque el bien común y la igualdad escuchando las peticiones de todos, es decir, la voz del pueblo.

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[1] Breve historia universal, Ricardo Krebs. Página 338

[2] Breve historia universal, Ricardo Krebs. Página 341-342

Eduardo A. Fernández Villagra